Hace frío.
No
entiendo porqué siempre que hace frío no me apetece ir a clase. He
mirado el termómetro de la terraza y estamos a -2 ºC. En casa
estamos a 18 ºC con la calefacción.
No tengo ganas de ir al
colegio, pero hay que ir. Mientras me visto con
una camisa azul y unos pantalones tejanos, me quedo helado, pero
bueno, luego la ropa se calienta con la calor corporal. Cojo la
mochila y me pongo una chaqueta muy gruesa ya que fuera está nevando, como cada día. Seguro que todos mis amigos
están jugando con la nieve en la puerta del colegio, así que me dan ganas de salir a la calle para pasar un buen rato y disfrutar del día.
Mientras salgo de casa, reconozco un olor un tanto chamuscado y me asusto un
poco, la verdad. Llamo a mi madre para ver qué ha pasado, pero
ella no contesta. Reviso todas las habitaciones de casa,
pero no veo nada extraño. Hasta que me hallo ante la cocina...
- Espera un momento Raúl,
ahora vengo y me sigues contando la historia.
(5 minutos después...)
- Pues bien, veo la cocina y me
asusto. Me falta el aire pero lo soporto para salvar a mi madre
de la cocina, tirada en el suelo. Unas llamas me alcanzan y no puedo atravesar la puerta. En ese momento, recuerdo otro camino, así que me la llevo a rastras como puedo, aunque ya no se puede hacer nada.
Aquella tarde de Febrero, mi madre falleció a causa de la
falta de oxígeno. Los policías me apartaban de ella mientras me
daban aquella noticia...
- ¡Madre mía! ¿Y tú
hiciste todo eso para salvarla?
- Sí, con mis propias
manos, pero no pudo ser, no llegué a tiempo...
- Estoy impresionado, la
verdad, por tu valentía de entrar allí junto al fuego.
Àlex Aguilera
2n ESO A
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